Empresa a la fuga
ROBERTO BLANCO TOMÁS, 16 de marzo de 2023
Ya ven, la noticia más comentada de las últimas semanas bien podría inspirar el título de una comedia boba de los años ochenta. Aunque por ejemplo El País lo tituló de otra forma menos evocadora el 28 de febrero: “Ferrovial trasladará su sede social a Países Bajos y cotizará en EE UU”. Mucho más aséptico y descriptivo, dónde va a parar, como corresponde a un texto informativo. Pero como esto es una columna de opinión, yo he elegido algo más sugerente, porque como verán la realidad no es tan aséptica.
Ampliemos la noticia siguiendo a la misma fuente: “El grupo español Ferrovial ha anunciado […] que someterá a la aprobación de los accionistas el traslado de la matriz del grupo a Ámsterdam con el objetivo de comenzar a cotizar en Países Bajos y pedir la entrada en la Bolsa de Estados Unidos. […] La operación se articularía en una absorción de Ferrovial SA por parte de Ferrovial Internacional (Fise), una sociedad anónima europea holandesa que ya es titular del 86% de los activos de la compañía. Fise pasaría así a ser la matriz del grupo español y se consumaría el traslado del domicilio social a Países Bajos con un canje de acciones de 1 a 1. […] Sobre el motivo de elegir Países Bajos, destacan que su calificación crediticia es ‘triple A’ y que tiene ‘un marco jurídico estable’.”
¿Un “marco jurídico estable”? Pues me parece que mucha queja del marco jurídico español no pueden tener, oigan. Porque leo en el mismo periódico el 3 de marzo que “La compañía de construcción y servicios se ha adjudicado 1.014 millones de euros en contratos de la Administración del Estado durante la era Sánchez. Y acumula contratos públicos por importe de casi 9.000 millones en las dos últimas décadas, según los datos de Fomento. Por el lado fiscal, se ha beneficiado también del marco legal: no paga Impuesto de Sociedades desde el final de la pandemia”. O sea: si usted tiene una pequeña empresa, Ferrovial probablemente paga menos Impuesto de Sociedades que usted, porque no paga nada.
Pero eso no es todo: según leemos en eldiario.es el mismo 3 de marzo, “Ferrovial manipuló durante décadas licitaciones públicas de cientos de millones en España”. Y es que “El polémico traslado de Ferrovial a Países Bajos se ha anunciado mientras el grupo tiene abiertos varios pleitos millonarios en España. Los más cuantiosos son de naturaleza tributaria, por ayudas ilegales de Estado que obtuvo mediante un régimen fiscal de la época de José María Aznar anulado por la UE. Pero varios son también consecuencia de un largo historial de conductas anticompetitivas del que durante décadas ha sido uno de los mayores grupos de obra pública en España”. Porque hay que saber que una parte de todos esos contratos multimillonarios que decíamos antes “los ha obtenido mediante acuerdos ilegales de reparto de ese mercado”, y que “Desde que se creó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) hace diez años, la compañía ha recibido multas de este organismo por importe de cerca de 58 millones en tres expedientes”. Así que si alguien no lo ha entendido, yo se lo traduzco: para esta gente un “marco jurídico estable” es un marco jurídico que les deje salirse con la suya en todo momento y que no castigue sus trapacerías.
Lo que no entiendo es la sorpresa del Gobierno ante la noticia. Gabriel Deville, en el Estudio sobre el socialismo científico que acompañaba su edición resumida de El Capital de Karl Marx consensuada con el propio autor, un libro presente en la estantería de todo socialista, ya escribía: “El capital no tiene patria, va adonde encuentra buenas colocaciones”. Claro, a lo mejor lo tienen, pero no lo han leído. Pena.
Es lo que tiene la propiedad privada de los medios de producción, que persigue su propio beneficio en cualquier circunstancia y además lo considera legítimo. Como he leído por ahí, “la única empresa que no se va es la que pertenece a todos”. Y la que se va es porque puede, añado; porque nuestra forma de organizar la economía se lo permite (y la de la UE también, que se va a Holanda, no a Panamá). Como digo siempre, algún día habrá que cambiar esto, pero de verdad, ¿no?