HISTORIAS DEL DISTRITO. Enrique D’Almonte
MIGUEL ROMERO MEMBRIVES , 17 de abril de 2025
El 26 de mayo de 1917 (domingo), de madrugada (3:30), se encontraba el vapor-correo de Filipinas Carlos de Eizaguirre a apenas 25 millas de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). No había podido entrar en el puerto dado el estado de la mar.
De repente se produjo una explosión. Algo hace que por la segunda cámara, a estribor y bajo la línea de flotación, el barco se parta en dos (un barco de 4.375 toneladas, 114,47 metros de eslora y 14,3 metros de manga). En menos de cinco minutos y en medio de este caos incontrolable solo se pudo arriar el bote salvavidas 6. En él se salvaron 24 personas. Otra sobre un tablón…
El balance fue descorazonador: 134 muertos de los que solo se recuperaron ocho cadáveres (que pudieron rescatar del festín de los tiburones). El denominado “Titanic español” cubría la ruta Barcelona–Manila. Entonces, en plena I Guerra Mundial, el canal de Suez estaba cerrado para navíos no aliados, lo que obligaba a muchos a desviarse por el cabo de Buena Esperanza. La mala fortuna hizo que una mina en teoría alemana que vagaba cerca de su ubicación coincidiera en su camino. Entre las innumerables y sensibles muertes se encontraba Enrique D’Almonte y Muriel (7 de enero 1858 - 1917), que volvía a Filipinas…
Fue uno de nuestros más célebres geógrafos siguiendo la estela de Cesáreo Fernández Duro, Pío Suárez Inclán, Francisco de Coello o Rafael Torres Campos… Sin embargo su obra abarcó regiones de una amplitud mayor que la de cualquier otro explorador español del momento (finales del siglo XIX y principios del XX). Además fue dibujante, cartógrafo, geólogo, botánico, etnólogo (aprendió tagalo, chino…), médico…
El 'Carlos de Eizaguirre', de la Compañía Trasatlántica Española, en imagen datada entre 1910 y 1914
Equipado con un teodolito, brújula, podómetro y carretes de hilo se dedicó a observar redes hidrográficas, la organización de los sistemas montañosos, la observación astronómica y gracias al contacto con los pueblos y tribus recabando sus conocimientos de sendas y caminos consiguió unos mapas magníficos y que en algunos casos no fueron superados durante décadas.
Llego a ofrecer de primera mano un conocimiento que denota capacidades físicas y mentales extraordinarias. Los militares que contaron con él valoraron su intuición para orientarse y su alta resistencia en entornos hostiles.
Su olvido está relacionado con la discrecionalidad de su trabajo (la mayor parte de éste eran informes para el Gobierno, por lo cual era material no publicable), y gran parte de sus mapas pertenecen a territorios que ya no forman parte de las posesiones de nuestro país. Bastante de lo que se conserva está amparado por la sección de Cartografía y la de Dibujos y Grabados en nuestra Biblioteca Nacional. También se conserva parte de su legado en la Real Sociedad Geográfica (Madrid). Su labor fue reconocida por el propio Gobierno y estudiosos internacionales.
Una Lámina de su 'Álbum de paisajes y tipos populares'
Nace, según consenso, en Sevilla, aunque algunas biografías lo relacionan con Cádiz. Su infancia y adolescencia las vive en Madrid. Tras la muerte de su padre consigue la plaza de auxiliar de minas y pide su traslado a Filipinas. Allí (1880-1898) elabora el mapa de la isla de Luzón y adyacentes (1883) a escala 1:40.000 a cuatro tintas. Tenía tantos detalles que sorprendió a la Sociedad Geográfica de Madrid y a un ministerio que se denominaba “de Ultramar”. Este hecho favoreció la creación de la Comisión Especial de Estudios Geológicos y Geográficos del archipiélago filipino. En ella pusieron como jefe a Abellá (jefe de los Ingenieros de Minas) y como auxiliar a D’Almonte. Ampliaron el trabajo y él se encargó de crear los mapas del resto de las islas (Panay, Nueva Vizcaya, Cebú…). Posteriormente viajó por Sumatra, Célebes, Ceilán, Japón, Nueva Guinea, Indochina.
Perdidas las Filipinas, el nuevo destino de Enrique fue Granada (España), donde trabajó de auxiliar para la Inspección General de Minas. Después fue a parar a la Guinea Española. Entre 1901 y 1911, en varias expediciones que le permitirían crear un mapa de escala 1:100.000 y un inventario botánico de alrededor de 3.000 especies de plantas. Finalmente hace un mapa escala 1:200.000 (1903) y es el principal inspirador de dos mejoras para la colonia: una red ferroviaria desde el puerto de Muni para articular y mejorar las comunicaciones, y la puesta en acción de la denominada Compañía Española de Colonización. En 1906 le encomiendan dar límites con el Kamerun (Camerún alemán), en la parte norte.
En Guinea encontró un gran escollo con el gobernador general Barrera, que fue un gran detractor de Enrique, procurando incluso su descredito. D’Almonte era crítico con los errores que observó en Filipinas y consideró que de aquellos debía aprenderse para que no existieran abusos de poder y despilfarro del erario.
Enrique D'almonte, en La Revista Moderna (1897)
D’Almonte después viajó (1913) al protectorado del Sáhara español, donde se encargó de elaborar un mapa de escala 1:1.000.000 que en 1943 serviría para elaborar uno nuevo y donde se reconoció su valor. En un breve trabajo denominado Ensayo de una breve descripción del Sahara Español se puede observar la sabiduría para bosquejar datos.
Warren du Pres Smith, jefe del Servicio Minero de la Oficina de Manila del American Bureau of Mineralogy, dedica estas palabras a Enrique en el boletín de la Royal Geographical Society: “Conociendo, como yo conozco, las naturales dificultades del país, el extremado salvajismo de las tribus que habitan en algunas comarcas de las islas y las muy difíciles condiciones climáticas, debo considerar a D’Almonte como uno de los grandes exploradores de la vigésima centuria. No sé si ha recibido siempre el merecido testimonio de aprecio por sus colegas geógrafos en otras partes del mundo. Si no es así, este reconocimiento tardío debería ser pronto realizado”.
Hoy su calle bordea el Parque de la Fuente del Berro, y discurre entre el final de Jorge Juan y Marqués de Vallejo, en Fuente del Berro. El propio parque dispone de una puerta en su nombre y una fuente preciosa.