Después de las elecciones…
ROBERTO BLANCO
Las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado 24 de mayo han deparado grandes cambios, pero no grandes sorpresas. Como se esperaba, la tónica de la jornada en los distintos territorios y municipios del Estado ha sido la constatación del fin del bipartidismo y la emergencia de nuevas formaciones, a lo que habría que añadir en buen número de lugares el vuelco o inicio de vuelco del voto hacia las candidaturas de la llamada “izquierda institucional”, aunque aún bastante repartido, sin una formación claramente hegemónica por esa banda, salvo contadas excepciones en lugares muy concretos.
No es intención del que suscribe hacer un análisis profundo de lo ocurrido, ítem más cuando ya han corrido ríos de tinta dando todas las vueltas posibles a la jornada electoral y sus incidencias. Baste decir que es normal que las cosas cambien cada cierto tiempo, para que puedan seguir igual en lo fundamental: España sigue siendo una monarquía parlamentaria, seguimos teniendo un sistema democrático, sigue existiendo la propiedad privada de los medios de producción, etc. En este sentido, y especialmente cuando atravesamos una crisis económica lo suficientemente dura como para que una buena parte de la población se haga muchas preguntas, a nadie puede extrañar que un porcentaje no reducido de esas personas anhelen un cambio, que quieran probar otras opciones.
Y es en este escenario que han aparecido nuevas formaciones políticas, tanto por la izquierda como por la derecha, esta vez en el momento justo para obtener un número importante de votos, y no han desperdiciado su oportunidad. A ver, tampoco estamos hablando de un vuelco radical de la situación: si consultamos los resultados electorales, veremos que PP y PSOE, aunque algo erosionados, mantienen todavía sus buenos montones de votos (no así IU ni UPyD, pero estas opciones nunca fueron mayoritarias). Es simplemente que ahora hay más comensales para repartir, lo que automáticamente tiene como resultado que ya no vamos a ver muchas mayorías absolutas, al menos en bastante tiempo.
Otro elemento que me parece importante destacar es que todos estos cambios se han dado entre la gente que vota habitualmente; no ha habido una entrada masiva de nuevos votantes que hayan decidido que éste era justo el momento de participar. Digo esto porque las cifras de abstención han experimentado pocos cambios respecto a las elecciones de 2011. Por poner un par de ejemplos, en este caso los que nos afectan directamente, podemos fijarnos en las municipales de Madrid capital (un 31,15% de abstención este año, un 32,78% en las elecciones de 2011) o en las autonómicas de nuestra comunidad (un 34,31% en las de este año, un 34,14% en las de 2011). Si la abstención fuera una candidatura política, habría ganado nuestras municipales por mayoría simple (con 743.206 votos) y en las autonómicas habría conseguido la mayoría absoluta (con 1.674.564). Destaco estas cifras porque la mayoría de los medios de comunicación no suelen hacerlo, y creo que es un dato sobre el que habría que reflexionar. Que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto…
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