La articulación temporomandibular (ATM) es aquella que permite la movilidad de la mandíbula y está formada por el cóndilo mandibular, el hueso temporal y un disco articular o menisco que permite el correcto engranaje de ambos.
Las afecciones de la ATM tienen una prevalencia muy alta (aproximadamente el 75% de la población tiene alguna vez algún síntoma) y están asociadas a múltiples factores, como son el sexo femenino (con una proporción mujer/hombre de 9/1), el bruxismo nocturno, los golpes en el área facial, la manipulación dental prolongada en el odontólogo, el estrés, la ansiedad o la depresión.
Los síntomas propios de esta afección son la presencia de dolor localizado a punta de dedo en la articulación y/o la presencia de un dolor difuso muscular que se puede confundir con el de oídos y el de cabeza, asociando a veces chasquido al abrir la boca. El dolor muscular suele ser más intenso por las mañanas y el articular aumenta con la apertura y la masticación.
Para su correcto diagnóstico hay diversas técnicas radiológicas, desde las más simples, como la ortopantomografía o radiografía panorámica, a las más avanzadas, como la tomografía computerizada o la resonancia magnética nuclear.
El tratamiento inicial de cualquier afectación comienza con una serie de medidas higiénico-dietéticas. La dieta debe ser blanda-triturada las primeras dos semanas, evitando a largo plazo los alimentos duros, como chicles o frutos secos; hay ciertos alimentos, como la fruta, que deben tomarse a trozos. Aplicar calor seco a nivel local mejora las molestias y contribuye a la relajación. El tratamiento con antiinflamatorios y relajantes musculares será la primera medida médica a adoptar.
En caso de bruxismo nocturno, se recomienda una férula de descarga, un dispositivo de acrílico duro que permite que durante el sueño los dientes no encajen entre sí, lo que evita la sobrecarga muscular y facilita el reposo de la articulación.
Para los casos refractarios a estos tratamientos, existen técnicas que mejoran la contractura muscular: acupuntura, fisioterapia o, incluso, infiltración con toxina botulínica.
Cuando el problema es mecánico y la articulación tiene una limitación en la movilidad, hay opciones quirúrgicas de menor a mayor complejidad en función del grado de degeneración. El abanico de opciones terapéuticas es amplio: desde una artroscopia a una cirugía abierta e, incluso, en estadios muy avanzados, el recambio de la articulación por una prótesis articular.
Dr. Francisco Merino Domingo
Cirujano oral y maxilofacial
Hospital Nuestra Señora del Rosario