No, no vamos a hablar de ganado. Como ya es sabido, res publica viene del latín y equivale a decir “la cosa pública”, “lo público”. Es decir, lo que atañe a la ciudadanía, al conjunto de la sociedad de una comunidad, país, etc. Esto nos sería familiar y no habría que tocar el tema si hubiéramos tenido una formación adecuada, pero, como ya sabemos, en su día se intentó incluir en la enseñanza una asignatura dedicada a ello y se activaron infinidad de alarmas hasta que consiguieron echarla abajo. ¿Por qué ese miedo? ¿Tal vez temían que la gente de la calle tuviera demasiada información y lo que hasta entonces se limitaban a reivindicar descubrieran que eran sus derechos y podían exigirlo?

El ciudadano bien formado e informado sería consciente de su responsabilidad al votar, no elegiría su voto en función de un nombre o unas siglas y tendría en cuenta si lo que ofrecen en su programa es realizable y hasta qué punto se comprometen con lo que ofrecen. Ya hemos visto repetidas veces que lo que hacen muchos es “prometer hasta vencer, y una vez conseguido, olvidado lo prometido”. Siendo conscientes del sentido de responsabilidad como ciudadanos, a la hora de elegir a quién votar tendríamos en cuenta la calidad humana, la honestidad, la preparación y capacitación de la persona y su nivel de compromiso con lo que ofrece en su programa. Incluso podríamos exigir que firmen ante notario que si faltan a ello o se contradicen con sus actuaciones, es decir, si cuando decían “no” hacen “sí” y viceversa, dejarán el cargo, pues habrán demostrado que no son dignos de él.