La contaminación que nos envenena
ÁNGEL GARCÍA MARINAS, 23 de abril de 2023
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, cada año hay 70.000 muertes prematuras en la Unión Europea debido a la contaminación del aire. En España mueren por enfermedades respiratorias relacionadas con la contaminación 20.000 personas, y según el Instituto de Salud Carlos III la contaminación en la Comunidad de Madrid cuesta a sus vecinos 202 millones de euros anuales en urgencias.
A causa de la magnitud de estas cifras, Bruselas quiere endurecer aún más su normativa sobre la exposición anual al NO2. El objetivo es pasar para finales de esta década del actual límite de 40 microgramos por metro cúbico a 20. De imponerse este límite, muchas de las grandes ciudades españolas lo incumplirían. Y a esto se añade que la OMS dio la voz de alarma de las emisiones de partículas más finas PM2.5, que emiten en una alta proporción los vehículos diésel y que son cancerígenas.
En Francia, desde primeros de junio de 2021 ha entrado en vigor la prohibición de circular de los vehículos con motor diésel de más de 15 años. La aglomeración Gran París espera convertir buena parte de la periferia de la capital en Zona de Bajas Emisiones, una experiencia medioambiental que ya funciona en la capital y otras grandes ciudades. Y en muchas ciudades alemanas tampoco pueden entrar al centro los vehículos diésel.
En España el Gobierno de la nación dio un primer paso para reducir la contaminación en nuestras ciudades mediante la obligación de crear el año pasado zonas de bajas emisiones en las urbes de más de 50.000 habitantes. El resultado fue paupérrimo, porque no se crearon en la casi totalidad de las grandes ciudades con la excepción de Vitoria y Barcelona. El Ayuntamiento de Madrid ha hecho caso omiso de crear dichas zonas.
Sugiero una serie de actuaciones para que el Ayuntamiento consiga cuidar la salud de los vecinos y evitar así el envenenamiento diario que sufrimos los madrileños:
Restringir la circulación y aparcamiento de todos los vehículos diésel en toda la ciudad que se compren a partir de una fecha y de un plazo de tiempo razonable.
Restringir la circulación de todos los vehículos diésel (excepto los de reparto) en toda la ciudad durante los períodos de alta contaminación.
Incentivar el cambio de vehículos diésel que existen en la actualidad por otros menos contaminantes a partir de la publicación de prohibición de circulación y aparcamiento de vehículos diésel en circulación, empezando por los más antiguos, dentro de la almendra central. Para incentivar el cambio de vehículo se podría reducir el impuesto de vehículos de tracción mecánica hasta el año 2025 o más allá, así como la tarifa de aparcamiento en las zonas SER.
Los residentes podrían circular con sus vehículos diésel antiguos pero no aparcar dentro de la almendra central, excepto en su barrio.
Para conocer en tiempo real la información sobre contaminantes, el Ayuntamiento debería ubicar paneles en diferentes espacios urbanos de los distritos donde se reflejase de forma sencilla los datos del día, para concienciar a la ciudadanía en la utilización del transporte público.
Para compensar la disminución de impuestos, el Ayuntamiento podría poner una tasa a los vehículos más contaminantes.