Con él llegó el escándalo

Ya le tenemos aquí, y ha superado las (peores) expectativas… Donald Trump lleva tres semanas como presidente de los Estados Unidos de América, y desde el minuto cero no ha dado cuartel con sus ocurrencias, a cual más tremenda y disparatada. Y bueno, podríamos pensar que al fin y al cabo es el presidente de un país lejano, pero el papel actual de los Estados Unidos en el mundo y la capacidad real que tiene de afectar al resto del globo me hacen pensar que no sea cosa para tomársela a broma, más si cunde el ejemplo, pues esa manera de ejercer el liderazgo que demuestra en cada decisión, anuncio o gesto solo puede llevar a un mundo mucho más despiadado, insolidario, hostil y peligroso.

Y es que no creo exagerar si digo que estamos asistiendo a un cambio de paradigma en cuanto a las políticas (agresivas, unilaterales, de hechos consumados) y a las relaciones internacionales (pasando de un modelo basado en la negociación a otro basado en el matonismo y la amenaza que puede llevar aparejada la agresión si no se consigue lo que se quiere). Tras el horror de la II Guerra Mundial, y pese a que las crisis y los conflictos no desaparecieron, se había montado un andamiaje de diplomacia y organismos internacionales que pretendían evitar un nuevo episodio bélico global y la consiguiente destrucción total esperable en esta era nuclear, pero parece que aquellos tiempos han pasado y ahora lleva tiempo abriéndose un escenario en el que todo es posible, más con el bombero pirómano que vive en la Casa Blanca.

De lo visto hasta el momento, la línea principal que parece que va a marcar su mandato, como se esperaba, es la “guerra contra la inmigración” que este señor ya declaró en su anterior presidencia. En este caso, se ha mostrado dispuesto incluso a quitar la nacionalidad a los hijos de inmigrantes nacidos en los EE UU, está enviando inmigrantes a Guantánamo y quiere llevar a cabo “la mayor deportación de la historia”. Muy llamativo en un país construido sobre la inmigración, en el que la mayoría de sus ciudadanos procede de otros lugares del mundo y que además necesita mano de obra a raudales. Pero la lógica, si la ha habido alguna vez, es cosa del pasado: hoy lo que se lleva es el odio y el racismo. Y así sus seguidores no le van a la zaga: senadores republicanos de Misuri y Misisipi ya han propuesto premiar con mil dólares a todo aquel que delate a migrantes irregulares, e incluso rescatar la figura del cazarrecompensas, con capacidad para detener y cobrar. De película, pero está sucediendo.

En cuanto a la escena internacional, el individuo que preside los Estados Unidos ya se inició en el mandato amenazando con anexionarse Groenlandia y Canadá, recuperar el control del canal de Panamá y renombrar el golfo de México como “golfo de América”. Sería para reírse si no fuera porque lo dice en serio, y da igual que sea su “estrategia” de negociación, como representante del capitalismo más salvaje, de dar primero una pedrada bien gorda para luego conseguir todo lo posible: es intolerable. También ha amenazado con grandes aranceles para medio mundo a objeto de equilibrar la balanza de importación/exportación, deficitaria para los Estados Unidos, obviando que su país puede ser perjudicado, pues necesita lo que importa. Le da igual: lo que pretende es “achantar” a los demás. No debería conseguirlo.

He dejado para el final su última “ocurrencia”, su “solución” para Gaza: una limpieza étnica. Deportar a la población gazatí, tomar el control de la Franja y montar un resort. Parece de coña, pero de nuevo lo dice totalmente en serio. ¿Derecho internacional? ¿Derechos humanos? ¿Eso qué es? Nada para él y sus secuaces. El mundo es un lugar con oportunidades si sabes tomarlas y no te tiembla el pulso para barrer todo lo que te estorba, en este caso 2,3 millones de personas. Por supuesto eso, como tantas cosas, no lo va a conseguir porque es irrealizable, pero va a dificultar cualquier posible solución, enquistar un conflicto que lleva ya demasiado tiempo enquistado (desde 1948) y dar alas a unos genocidas que ya han asesinado a más de 47.000 personas, tirando por lo bajo. Pero le da igual: todo lo que no sea su capricho y su ego carece de importancia para un tipo que se cree con mandato divino.

Habría mucho más que enumerar: el desmantelamiento (con plenos poderes para su acólito Elon Musk, multimillonario al que ha dado carta blanca para arrasar lo público) de todas las agencias y organismos estatales que no le gustan, empezando por USAid (la agencia de ayuda al desarrollo internacional), las represalias hacia todo aquel que le ha creado problemas en el pasado, los ataques a todo lo que tenga que ver con la protección de la diversidad… En fin, solo espero que tras el shock inicial despierten pronto las resistencias, en su propio país y en el resto del mundo, y éstas vayan en proporción a lo que estamos viendo, porque si hay algo seguro es que toda acción provoca una reacción, y ese escenario también llegará. Brindo por ello.


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