Diálogo de virus besugos
PGARCÍA, 26 de enero de 2021
Buenos días, don Coronavirus.
Buenas tardes, doña Corinnavirus.
¿Cómo le van las cosas, apreciado colega?
Viento en popa, querida compañera.
Lo dice porque su éxito se ha convertido en viral, ¿no es cierto?
Exacto. No es de extrañar que, siendo virus, lo nuestro se haga viral.
Lo cierto es que acapara usted las primeras planas de los diarios, todo el tiempo de los informativos de la tele, y es el tema principal de los contenidos de las redes sociales.
Usted tampoco anda mal, amiga Corinnavirus.
Amabilidad por su parte. Mis infecciones ocupan mucho menos espacio que las suyas.
Eso es porque usted es virus hembra y está más especializada en contagiar a gente con sangre azul. Aunque bien que se aireó cuando el caso Nóos.
Aquello fue porque infecté a una de las infantas.
¿Cómo lo consiguió, si no es indiscreción?
A través de su señor padre, donde me hallaba instalada en estado latente. Conseguí transmitirme a través de las gotículas de un estornudo.
¿Es que su señor padre no se cubrió el rostro con un pañuelo antes de estornudar, o con el brazo doblado, como mandan los más elementales modales de la higiene de las familias reales?
Fue un estornudo tan violento y repentino, que cuando quiso cubrirse ya era demasiado tarde.
Me imagino la escena: su señor padre, con lo grande que es, estornudando con toda el alma, y la pobre infanta, toda empapada de Corinnavirus de pies a cabeza…
Así fue. Del padre de su alteza pasé a su alteza; en su alteza me desarrollé a base de bien; de su alteza, bien desarrollada, pasé a su señor esposo…Y ya conoce el resto.
Sí, su alteza, sentada en el banquillo de los acusados del caso Nóos; el señor esposo de su alteza, enchironado por los pringues del caso; su majestad actual retirándoles lo del condado de Palma, y toda la pesca. Todo un puntazo para la Corinnavirus.
Mucho puntazo, pero el público ni llegó a conocer mi nombre.
Bueno. Ahora lo ha conseguido. Y con creces.
Porque se me hincharon las proteínas, me desarrollé al máximo en su majestad emérita, con tanta fuerza que tuvo que marcharse a Abu Dabi.
Desde luego, lo ha infectado a base de bien.
¿Se da cuenta? Primero le hicieron un PCR, y como salió positivo, tuvo que medicarse regularizando su salud con la Agencia Tributaria; después, como no existían todavía las vacunas, por más ilusión que le hiciera no pudo venir a pasar las Navidades con su familia, que su familia estaba perimetrada…
Bueno; ahora como ya tenemos la Pfeiffer, ya podrá vacunarse.
Supongo que lo hará en seguida, que para eso tiene edad de grupo de riesgo.
¿Sabe una cosa? Tengo curiosidad por ver a su majestad emérita con mascarilla.
Y yo, por verla manteniendo la distancia social con sus amistades femeninas.
De cualquier modo, mis infectados no son nada comparados con los suyos, que ocupan grandes espacios detallando defunciones, curaciones y mutaciones.
Lo mío es cantidad. Lo suyo es calidad. Y la calidad es lo que importa.
Muy amables estas palabras suyas, colega. Muchas gracias.
No se merecen.
Bien. Perdone que le deje, que tengo que seguir infectando.
Lo comprendo. Trataré de hace lo mismo, que es nuestra tarea de virus hechos y derechos.
Buenas tardes, doña Corinna…
Buenos días, don Corona…