La dialéctica generacional es un proyecto a futuro
EDITORIAL, 12 de noviembre de 2021
Si estudiamos la constitución histórica y social de la vida humana, buscando la temporalidad interna de su transformación, lejos ya de la sucesión de los acontecimientos lineales “uno al lado del otro”, se observa la coexistencia en un mismo escenario histórico, de generaciones que han nacido en momentos diferentes y cuyos paisajes de formación, experiencia y proyecto son no homogéneos. La dialéctica generacional, es decir, la lucha por el control del espacio central social se verifica entre acumulaciones temporales en las que prima el pasado, el presente o el futuro y en las que dichas acumulaciones están representadas por generaciones de diferente edad. A su vez, los paisajes de cada generación con el sustrato de creencias que les es propio dinamizan su acción hacia el mundo.
Pero que el nacimiento y la muerte de las generaciones sea un hecho biológico no nos permite biologizar su dialéctica. Por ello, la concepción ingenua de las generaciones según la cual “los jóvenes son revolucionarios, los de mediana edad se tornan conservadores y los más viejos, reaccionarios” encuentra en numerosos análisis históricos fuertes desmentidas que, de no considerarse, nos llevan a un nuevo mito naturalista en el que la glorificación de la juventud es su correlato.
Lo que va a definir el signo de la dialéctica generacional en cada momento histórico habrá de ser el proyecto de transformación o conservación que cada una lance a futuro. Por cierto, que son más de tres las generaciones que coexisten en el mismo escenario histórico, pero el protagonismo está a cargo de las que hemos mencionado, es decir, de aquellas que resultan contiguas y no de las que existen “copresentemente”, esto es, la de los niños y ancianos. Pero como toda la estructura del momento histórico está en transformación, su signo va cambiando conforme los niños ingresan a la franja juvenil y los de edad madura son desplazados hacia la ancianidad. Este continuum histórico nos muestra la temporalidad en acción y hace comprender a los seres humanos como protagonistas de su propia historia.