¿Qué está pasando con la IA?

Estamos asistiendo a un gran debate sobre la inteligencia artificial, especialmente entre los expertos, las grandes tecnológicas y Gobiernos. También se apuntan gurús tecnólogos, quienes opinan una cosa y la contraria, y en medio, como siempre, el ciudadano de a pie, que asiste a este nuevo espectáculo sin poder intervenir.

Todo empieza a moverse cuando aparece el ChatGPT, una herramienta basada en la IA, que de forma sencilla puede ayudarte a escribir un artículo, un trabajo del colegio o un contrato de arrendamiento en cuestión de segundos. Hasta aquí genial, además es gratuito y puedes utilizarlo con solo registrarte con un correo y una contraseña. Pero cuando la compañía que lo ha creado dice que está perfeccionando dicha herramienta y que va a sacar mejores versiones, el mundo tecnológico primero y los poderes públicos después empiezan a ponerse nerviosos. ¿Y por qué?

Por un lado, las grandes compañías junto con un buen número de expertos avisan de que se nos puede escapar de las manos y provocar algún tipo de problemas si dejamos que la inteligencia artificial campe a sus anchas y la información que proporcione pueda ser errónea, por ello firman un manifiesto y piden que ese desarrollo de la IA se “congele” durante al menos seis meses. Por otro lado, los Gobiernos también empiezan a tener miedo de perder el control y algunos prohíben el uso del ChatGPT, en principio por razones de privacidad y protección de datos. También, y eso es cierto, hay que saber que dicha herramienta no es infalible, y que puede tener errores, dado que la información que proporciona se basa en la que todos los usuarios suben. Por ello debemos tener cuidado con utilizar cierta información que ChatGPT nos da: si somos conocedores de lo que estamos tratando lo podremos detectar, pero si no es así puede ocasionar problemas.

Ésta es, muy resumida, la situación actual. Pero algunos gurús de la tecnología han empezado a dar otras explicaciones a todo este movimiento, entre ellas una muy clásica: el control.

Las grandes tecnológicas llevan mucho tiempo investigando y utilizando de diferentes formas la IA, lo que pasa es que no se había llegado a la popularización y utilización de ésta de una forma tan simple para el ciudadano. Es decir, les ha pillado con el pie cambiado. Y ante esta situación provocan un miedo en la sociedad para que les dé tiempo a ponerse las pilas y puedan competir en ese terreno en igualdad de condiciones. Y los Gobiernos, a merced de las grandes corporaciones en estos temas, buscan también controlarlo de alguna forma. Y los ciudadanos ven que algo que podía ser útil para su vida cotidiana se controla por las grandes tecnológicas y los Gobiernos; por nuestro bien, por supuesto.

No se trata de ver conspiraciones, pero sí es llamativo que, llevando la IA entre nosotros mucho tiempo, de repente sea peligrosa su utilización y perjudicial para nuestros derechos. Es razonable que todas las tecnologías tengan un cierto control y una regulación. Como por ejemplo las redes sociales, con su mayor o menor control, según se mire. ¿Y qué puede hacer el ciudadano ante todo este mundo digital, cambiante y muchas veces complicado? Pues formarse continuamente y tener un pensamiento más crítico; es decir, razonar e investigar todo aquello que nos llega. Recordemos que la tecnología no es buena ni mala, sino el uso que hacemos de ella.


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