HISTORIAS DEL DISTRITO. Vino amargo
MIGUEL ROMERO MEMBRIVES , 15 de marzo de 2024
Es probable que en la vieja taberna de mis abuelos Juan José y Ana (allá en Villanueva de Córdoba) en algún momento sonara en la vieja radio y de fondo Rafael Farina: “Vino amargo es el que bebo, / vino amargo es el que bebo / por culpa de una mujer / porque dentro de mí llevo, / porque dentro de mí llevo / la amargura de un querer”. Entre la algarabía y las centelleantes conversaciones es probable que se escucharan brindis con chatos de vino y solo habría breves silencios degustando berenjenas, caracoles o callos.
También con nostalgia recuerdo aquí en Madrid, cerca de nuestra casa, el bar Orgaz (General Oráa 52, esquina con Castelló), casi siempre lleno. Recuerdo que lo llevaban Pepe y Luis, grandes atléticos. Fueron cómplices, con mi padre (y Dionisio, otro conserje de la misma calle), para crear la peña “Bota-Va” en honor a Miroslav “Mirko” Votava, un jugador checo que jugó en el Atlético de Madrid (1982–1985) y con el que ganó la Copa del Rey de 1985.
Del Rubí (Castelló, 104) a veces recuerdo (y no sé si lo he soñado) que en cada entrada tenía una especie de armazón de madera y unas cortinas como de terciopelo. Luego, al entrar, enfrente, una gran barra. Se agrupaban las mesas al lado de las ventanas que daban a Castelló. Me encantaba desayunar allí churros con chocolate con mi familia. También recuerdo haber coincidido numerosas veces con Miguel San Román, “El Pechuga”, viendo al Atleti en el Bibey (Claudio Coello, 114). Lo mejor era el descanso, contando anécdotas de sus años como portero del Atleti, pero también del mundo del boxeo.
Foto Familiar: 'Mi abuela Ana, mi tía Lola, mi padre Miguel y mi abuelo Juan José... y en el centro el pequeñin: mi tío Antonio'.
Hace tiempo que vengo pensando en hablar de los viejos bares y tabernas de barrio y dónde se encuentran. O mejor dicho, dónde se encontraban. Resultó un trabajo difícil, porque muchas ya no existen.
Si tomamos el ejemplo más antiguo de nuestra ciudad, Antonio Sánchez (1787) cuenta con su propia historia, Historia de una taberna, a cargo de uno de sus parroquianos y vecino nuestro, el escritor y periodista Antonio Díaz Cañabate (libro que conservo con cariño y que me regaló un buen amigo, precisamente tomando unos vinos).
¿Pero que nos queda de las de nuestro barrio? Tan solo breves notas con algunos detalles.
Otero (1923), en Don Ramón de la Cruz, 77. Se fundó en 1923 sobre otra bodega anterior del inicio del siglo XX. Conocemos que tenía suelo de gresite, nueve grandes tinajas de Talavera de la Reina (Toledo) de cerámica decoradas y un mural en el techo que nadie pudo fotografiar. Cerró en 2015. Me indican que era asiduo Ramón Marsal, que jugó en el Real Madrid (1954-1962) que cosechó varias Copas de Europa. Afirman que un 17 de noviembre de 1957 el “Nene” (como le llamaban Di Stefano, Rial y el resto) metió un gol mágico en Chamartín dejando sentado a medio Athletic de Bilbao tras un dribling larguísimo (que a pesar del 8-1 solo se habló de él). Ramón jugó desde pequeño aquí en nuestro barrio, en El Pilar (donde también jugó al fútbol el prestigioso jurista Antonio Garrigues Walker, que estuvo a punto de fichar por el Atlético de Madrid). Los hermanos de Marsal creo que jugaron en “el Cala” (Colegio Calasancio, Conde de Peñalver, 51) y también pasaban por Otero.
Ramón Marsal, agachado, el segundo por la izquierda.
Cervecería La Cruz Blanca (1947-1966), luego Santa Bárbara en Alcalá 149, esquina Goya. Situada en la Casa de las Bolas (Alcalá, 145-147-149), singular edificio neomudéjar de Julián Marín. Contaba con frescos mariscos que se exponían en vitrinas y cerveza propia (fabricada en la calle Fernando VI, 3). El símbolo de su cerveza (y de los grifos para tirar en la barra) era un pingüino con un barril bajo el brazo. Eran asiduos personajes como El Fary y el humorista Luis Sánchez Pollack (Tip). Cerró en 2016.
El Cantábrico (1948), en Padilla, 39. En el mismo lugar que estuvo Casa Bravo. Conserva aún su largo mostrador, sus dos grifos plateados de cerveza, sus viejos azulejos y las paredes vestidas con fotografías de su propia historia, de la costa cántabra y de Madrid. Esta marisquería fue fundada por Dionisio Amorós y la bautizó así en honor a su esposa, Fernanda Dehesa, originaria de Santander.
Miguel San Román, en el homenaje que le hizo la peña Los 50.
Hermanos Ordás (1959), en Diego de León, 63. Lo fundaron varios hermanos procedentes de Santa Eulalia de Cueras, a pocos kilómetros de Cangas de Onís (Asturias). Llegaron a contar con varios restaurantes en Madrid, pero al final solo quedó éste. La revista Tapas le dedicó en el número de marzo de 2021 un artículo a cargo del periodista Juan Ramón Lucas: La joya humilde. Han ganado premios al mejor cachopo de Madrid y España.
Jurucha (1962), en Ayala 19. Previamente fue un bar con otro nombre que funcionaba desde 1939. Pero desde que lo adquirió la familia Viesca Gómez-Martinho (1962) pasó a ser uno de los mejores lugares de tapas de nuestra ciudad. En los primeros años el aperitivo consistía en los clásicos: huevo con langostinos, taco de bonito, croquetas y tacos de quesos variados. Le han catalogado en varias publicaciones como el Rey de la Tapa.
Mirko Votava, jugador checo del Atlético de Madrid.
De otras veteranas como El Puerto del Escudo (1918), en Don Ramón de la Cruz 46, sabemos que cerró el 2009 y reabrió efímeramente el 2015; o Casa Domingo (15 de julio de 1920), en Alcalá 99, apenas se nada. Tampoco de El Brindis, en Martínez Izquierdo, 67.
Miro hacia atrás con nostalgia terminando estas líneas y pienso que en cuanto pueda seguiré los consejos del sabio Séneca: “El vino lava nuestras inquietudes, enjuaga el alma hasta el fondo y asegura la curación de la tristeza.”