
CARLOS RODRÍGUEZ EGUÍA. Mayo 2017.
Comienza siendo un elegante salón de té en 1931, por iniciativa de la irlandesa Margaret Kearney Taylor. Situado en el número 12 de la Castellana, Embassy ha sido durante 86 años lugar de encuentro de diplomáticos, políticos, aristócratas, empresarios, gente de la alta sociedad y destacados miembros de la clase media del distrito de Salamanca. Embassy era considerado un lugar donde una dama podía ir sola a tomar el té o alcohol servido en una tetera, cuando no estaba bien visto que una mujer entrara sin compañía en un local de esas características o bebiera alcohol sin guardar las apariencias.

Dada la relativa neutralidad de España en la contienda y la proximidad de Embassy a las embajadas, el salón de té se convierte en esa época en un nido de espías. Diplomáticos alemanes y británicos comparten salón, pero no una misma mesa. Agentes y cooperantes de los servicios de inteligencia británicos se reunían en Embassy, para participar en la red humanitaria organizada por los servicios secretos británicos, con el fin de salvar vidas, como narra P. Martínez de Vicente en La clave Embassy (2010). Madrid Oculto (2013), de M. y P. Besas, también se refiere a Embassy.
En 1975 Margaret vende Embassy, permaneciendo como accionista. Fallecida en 1982, a partir de entonces se amplía el local con un bar, una pastelería con su correspondiente obrador, un restaurante en el piso superior y una terraza de verano en el exterior. Cuando el 12 de diciembre la infanta Elena cumpla 54 años, ya no recibirá, como otros años por su cumpleaños, de Embassy de Castellana 12 una reproducción del suflé de merengue, nata y fresa en recuerdo del que le sirvieron en 1994, con motivo de su boda con Jaime de Marichalar.
