Todos necesitamos un descanso

Se acerca ya la temporada en la que una buena parte de la población suele tomar sus merecidísimas vacaciones. Incluso un humilde servidor de ustedes, que en estos momentos está a prácticamente un artículo (éste) de las suyas. Y no sé si estarán de acuerdo conmigo, pero me da la sensación de que este bendito año 2024 las necesitamos más que nunca.

Digo esto por el nivel que ha alcanzado el debate público, sobre todo en lo relativo a “esas cosas de la política”, virulento como nunca y zafio como de bastante tiempo a esta parte viene siendo habitual. Si a ello sumamos la muy creciente cantidad de bulos que se difunden, muy a menudo con la plena consciencia de su falsedad por parte de los difusores (da igual que la trola sea gorda si beneficia, o creo que beneficia, a mi bando), tenemos un panorama de lo más toxico que ya cansa, aturde y da dolor de cabeza.

Y precisamente es la cabeza lo que da la sensación de que se les está yendo a algunos y algunas. No hay más que escuchar las declaraciones de políticos de unos y otros partidos para comprobar que, por puro desgaste de la mecánica del “y tú más” o el “y yo más”, ya no saben qué hacer o qué decir para llamar la atención, que hablemos de ellos y llevarse el gato al agua. Y claro, al final las pinzas se van bastante lejos. ¿Pues no ha habido estos días quien ha propuesto el despliegue de la Armada frente a las costas africanas para combatir la inmigración? ¿Qué idea de adolescente bully es ésa? ¿Pretenden que nuestros buques de guerra hundan las pateras a cañonazos? ¿Qué concepto inhumano del drama de la inmigración tiene alguien que propone una cosa así? En fin, debe de ser el riego…

Otro tanto podemos decir del tertulianado. Si ya hace años que estamos rodeados mediáticamente de gente opinando y opinando sin parar de lo divino y lo humano por tierra, mar y aire (que no entiendo cómo a nadie se le ha ocurrido todavía proponer el despliegue de una flota de tertulianos frente a las costas africanas. Al tiempo), conozcan mejor o peor el tema tratado, la cosa ya está pasando de agobiante. Ninguna sorpresa: el tono y ocurrencias de las tertulias suelen ir a la par del debate político, pues de él se alimentan, y así cada sobrada del político de turno pronunciada en sede parlamentaria o partidaria es repetida, analizada y a menudo “subida la apuesta” por la legión de todólogos que nos aburre a diario. Todo ello con el tono que caracteriza de un tiempo a esta parte a dichas tertulias, muy similar ya a los debates del corazón en las formas y el volumen de las voces. Qué hartura, oigan.

Y lo peor es que la cosa no queda ahí, porque las ocurrencias de unos y otros, políticos y tertulianos, se transmiten a la calle y son causa importante del cabreo cotidiano y la polarización que corroe de forma creciente a nuestra sociedad, que ya nos está dando disgustos y es probable que, si la cosa no para, nos dé muchos más. Así que, como diría el otro, “un poquito de por favor”.

En fin, ya digo: creo que muchos necesitan (necesitamos) parar una temporadita, reflexionar, refrescar las mentes, pensar en cosas bonitas, descansar y volver en septiembre con otro espíritu bien distinto. Yo por mi parte pienso desconectar un mesecito y dedicarme a cosas mucho más interesantes que el circo político-mediático, y les invito a ustedes, amables lectores, a que hagan lo propio. Descansen, diviértanse todo lo posible y pasen el mejor de los veranos. Nos vemos a la vuelta de vacaciones (al menos de las mías) con muchísimo mejor talante y semblante… o al menos eso espero.


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