¿Cómo hay que comportarse tras una violación?



ROBERTO BLANCO TOMÁS. Diciembre 2017.

Efectivamente, el título de este artículo alude al caso de “La Manada”, la de momento presunta violación de una joven por cinco hombres en los Sanfermines de 2016. Y quiero dejar claro de entrada que no voy a entrar en consideraciones sobre si estamos ante una violación o “sexo consentido”, pues dilucidarlo corresponde a los jueces, no a los periodistas. Siempre he estado en contra de los “juicios paralelos” en los medios de comunicación ante casos de toda índole, pues pienso que ponen en serio peligro una de las garantías más importantes que tenemos los ciudadanos: la presunción de inocencia. Por supuesto que tengo una opinión, como todo el mundo, pero si la presunta víctima ha acudido a la Justicia, aceptemos las reglas y dejemos actuar a los jueces, que luego ya habrá tiempo de expresarla.

Pero dejando aparte un posible veredicto, han ocurrido alrededor del juicio otras cosas que han llamado mi atención y la de muchas personas. Me refiero a una de las pruebas presentadas por el abogado de uno de los acusados, que contrató los servicios de un detective para investigar a la denunciante y emitir un informe sosteniendo que su conducta no se ajusta a la de alguien que ha sufrido una violación. Por eso mi pregunta (por supuesto, retórica): ¿y cómo entienden el detective y el abogado que debe comportarse una joven que ha sufrido una violación? Parece que a estos individuos les choca que intente llevar una vida normal, quedar con sus amigas y tratar de olvidar lo acontecido. El hecho de que haga esto, que también probaría que la joven es fuerte, consciente de que tiene toda una vida por delante y que quiere vivirla, no les parece acorde con alguien que ha sufrido una violación: debería estar llorando todo el día, encerrada en casa para no ver a nadie ni que nadie la vea, y a lo mejor valorar la opción suicidio, ya puestos.
Una idea de la violación como algo vergonzoso para la víctima, 
que adquiere así esta categoría de por vida

Tampoco aquí tengo que entrar en si el juez hizo bien estimando el informe o no, pues es atribución suya hacer lo que crea conveniente a este respecto, y sin entrar a ello puedo perfectamente decirles que el informe, su ánimo y el mero hecho de enfocar así una defensa me parece deleznable. Y que revela una mentalidad no solo machista, sino también repugnante y despreciable. Una concepción de la mujer casi medieval; una idea de la violación como algo vergonzoso para la víctima, que adquiere así esta categoría de por vida, como si debiera estar avergonzada el resto de sus días y no volver a sonreír jamás de los jamases. Para vomitar, vamos.

Por otra parte, una mentalidad muy acorde con la de su defendido y sus compañeros de “manada”, para los que, haya sido o no una violación, la joven sí era un objeto. Ya lo decía uno de ellos en un Whatsapp: “follándonos una entre cinco”. Y es que no follaron con alguien: se follaron a alguien, nótese el matiz. Alguien a quien se podía ver en los vídeos que se la pasaban como un balón. Alguien a quien tras quedarse a gusto dejaron desnuda en un portal y le robaron el móvil. Porque ese alguien era un objeto.

¿Y qué podemos decir de los no pocos “opinantes profesionales” de los medios de comunicación que han entrado en el juego del informe de marras? Porque la presunción de inocencia es importante, pero también está la presunción de que si alguien denuncia algo existe la posibilidad de que sea cierto y de que estemos ante una víctima. ¿Y que pasa si luego se demuestra que así es? Te violan, lo denuncias y encima te humillan por la tele… Sí amigos, otra peste de nuestros días: los “todólogos” de los debates. Su opinión tiene el mismo valor que la de cualquier otra persona que opine, en la barra de un bar por ejemplo, pero amplificada por la difusión masiva y creando opinión. Por eso, y para curarnos en salud, recuerden siempre que mi opinión no vale más que la de ustedes. Tengámoslo todos claro.

En fin, afortunadamente en casos como éste la mayoría de la gente piensa de otro modo, como demuestra que el abogado retirase poco después el informe-prueba sin dar explicaciones, tras el clamor social que se había creado en su contra al conocerse la noticia. A lo mejor ésa es la única conclusión algo positiva que podemos sacar de todo esto: que en nuestras sociedades cada vez hay menos tolerancia con la violencia machista en todas sus formas… Pero aún queda tanto camino por delante…

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