Berrea machista

Imagino que están al tanto de lo ocurrido recientemente entre dos colegios mayores universitarios de Madrid, el masculino Elías Ahuja y el femenino Santa Mónica. Para quien no lo esté, se lo resumo muy rápido: ha trascendido en las redes y en los medios un vídeo en el que se puede observar y escuchar como uno de los estudiantes del Elías Ahuja grita como un poseso desde una de las ventanas del colegio a las estudiantes del Santa Mónica: “¡Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea! ¡Vamos, Ahuja!”, siendo inmediatamente jaleado por sus compañeros en lo que parece una bestial y masiva berrea.

Espero y quiero creer que el visionado de tales imágenes resultará indignante a cualquier espectador con un poquito de sentido común, pero lo que ya me ha dejado helado ha sido un comunicado de algunas de las estudiantes del Santa Mónica en el que afirman que sin entender el contexto del vídeo es fácil malinterpretarlo y que “a pesar de la gravedad de sus palabras, se trata de una práctica con tradición entre colegios mayores, de la que se ha creado una impresión de odio y machismo que no puede estar más lejos de la realidad”.

Para empezar, la de la tradición no es una excusa: hacer algo solo porque “es tradición” equivale a mantener una conducta aberrante solo porque “llevamos equis años practicando esta conducta aberrante, y claro, no vamos a dejar de hacerlo”, lo que atenta contra toda lógica. Tradición eran la esclavitud, la quema de herejes en plaza pública y (por citar algo más reciente y relacionado con el tema) el hecho de que la mujer fuera una menor de edad eterna que necesitaba el permiso del marido o del padre para abrir una cuenta corriente o viajar, situación esta última que se ha vivido aquí hasta hace no demasiadas décadas. Y la tradición, en este caso religiosa, exige también que las mujeres estén obligadas a llevar velo en Irán; una tradición que ha supuesto muertes por no seguirla, y que creo que a las estudiantes “defensoras de las tradiciones” no se les ocurriría jamás justificar.

Volviendo al suceso en cuestión, uno no se sorprende de que en el mundo haya garrulos y machistas, es una triste realidad de nuestra sociedad actual que deseamos cambiar; y tampoco sorprende que un garrulo machista se comporte como tal, dicho comportamiento es esperable. Pero ver lo que claramente se puede identificar como una agresión verbal para comprobar acto seguido que algunas de las víctimas de dicha agresión corren a justificarla y relativizarla me hace pensar que el problema es mucho más gordo de lo que podríamos imaginar.

No, no aceptamos lo visto en el vídeo como “tonteo” entre jóvenes con las hormonas a toda velocidad ni como una suerte de “rito de apareamiento” entre críos de clase alta y colegios mayores segregados por sexo (otro factor de ranciedad, por cierto). No estamos hablando de una escenificación con comentarios y alusiones más o menos picantes al mismo nivel por las dos partes: llamar a unas chicas “putas ninfómanas” y exhortarlas a salir de sus madrigueras “como conejas” anunciando que se las van a follar a todas en la capea es una agresión, un comportamiento denigrante y totalmente inaceptable, para el que no existe atenuante.

Y ojo, con la alusión a la clase social de los participantes en este lamentable suceso no quiero decir que ello sea exclusivo de las élites: hay machismo y agresiones machistas en todos los estratos sociales y en todos los ambientes. Pero sí puede darnos pistas de por dónde va la sociedad, ya que los hoy estudiantes mañana serán empresarios, políticos o jueces, por ejemplo. Y viendo los principios (o la falta de ellos) que demuestran estos chavales a lo mejor entendemos mejor determinadas políticas empresariales, declaraciones en ruedas de prensa o sentencias judiciales.


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