Los arribistas de la política
Redacción, 13 de noviembre de 2018
ANA DE GÓNGORA. Noviembre 2018.
Cada vez se hace más evidente este tipo de personas que, en muchos casos desde muy jóvenes, han llegado a meterse en política sencilla y llanamente para medrar y vivir de ella y, con un poco de suerte y arrimándose al árbol más propicio, llegar a alcanzar las cumbres más altas. Pueden hablar de lo humano y lo divino, sin el más mínimo rigor de temas históricos, de datos de economía u otros parámetros que son fácilmente contrastables. No importa si son veraces o no, porque usan la táctica de los charlatanes de feria: hablar muy alto, muy deprisa y aparentando mucha seguridad e intercalando unas cuantas muletillas que repiten con frecuencia aunque estén fuera de contexto; pintan un futuro catastrófico del que solo ellos podrían salvar al país. Prescinden de principios éticos y morales. Como decía Groucho Marx: “Éstos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros”.
Actualmente hay varias personas de estas características rivalizando por ver quién es más agresivo, quién mete más miedo y quién grita más alto, y lo cierto es que no hay diferencia en sus proclamas: si se ve por escrito lo que dicen, creo que no podría distinguirse quién dijo qué. Infravaloran a los posibles votantes porque no los consideran como seres humanos a quienes deberían tratar de convencer con argumentos, con propuestas, con proyectos de futuro. Quienes podrían sintonizar con los principios que representan sus partidos pero tienen su propio criterio y capacidad de discernimiento no pueden sentirse representados por esos diletantes que están demostrando no dar la talla, pues no se sabe si es que no dan más de sí y sueltan las barbaridades que se les ocurren sobre la marcha o, lo que es peor, si dicen lo que realmente piensan y en ese caso probablemente solo contarán con los votos de quienes deciden no por la razón sino por las vísceras.
Positivo a destacar, el 25 de octubre informa Europa Press: el pleno del Parlamento Europeo ha reclamado en una resolución pactada por varios grupos políticos del hemiciclo, incluso “populares” (así aparece en la información de prensa) y liberales, la ilegalización de fundaciones “que exalten y glorifiquen el nazismo y el fascismo”, como la Fundación Francisco Franco, en tanto se trata de “una entidad que glorifica una dictadura y sus delitos”. La resolución ha contado con el apoyo de 355 votos a favor frente a 90 en contra y 39 abstenciones.