El espíritu navideño
Ana de Góngora
Por estas fechas se habla en los medios del “espíritu navideño”, y no sé muy bien de qué se trata. ¿Es un invento de las productoras cinematográficas norteamericanas para bombardearnos con todas esas películas almibaradas o es publicidad gratuita de los grandes almacenes para hacer el agosto en diciembre?
La verdad es que en ambos casos da resultado. Es en lo único que se nota; las cadenas de televisión saturadas de películas de este tipo, algunas repetidas múltiples veces, y el consumo disparado. Claro que, con la que está cayendo, mientras una minoría gasta desaforadamente sin mirar precios, otros, cada vez son más, no pueden comprar ni lo estrictamente necesario. ¡Están como pensar en regalos!
En otros tiempos, aquí, las damas de la caridad repartían bufandas y gorros de lana entre los pobres (que bien podrían haberse estirado un poco más y añadir abrigos). También había quienes tenían sus pobres elegidos a los que regalaban caritativamente algo similar a las cestas navideñas. Incluso hubo una iniciativa que recogieron en una película cuyo título no recuerdo, era de los tiempos del cine en blanco y negro. Esta iniciativa se tituló: “Siente a un pobre a su mesa”. Los ricos añadían así un toque exótico a su cena de Nochebuena, y los pobres debían de sentirse como bichos raros. Dudo que alguno disfrutara esa cena. Mejor hubiera sido que les aseguraran un plato de comida al día a él y los suyos durante todo el año. Claro que el espíritu navideño solo dura quince días, suponiendo que lo haya en su auténtico significado.
La verdad es que yo creo que lo que se supone que es espíritu navideño, es decir, generosidad (que no caridad), buena voluntad, pensar en los demás... debería ser la tónica habitual durante todo el año.
¡Felices fiestas a las gentes de buena voluntad!
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