Esta frase que se oye o se lee con frecuencia, para muchos es algo abstracto o utópico. Ocurre con ella como con el sentido común: todo el mundo lo cita pero, ¿cuántos lo aplican? Tal vez ocurre que cuando se menciona “común” lo consideramos ajeno a nuestra individualidad, a “lo propio”. Sin embargo, no debería ser así: somos parte de una comunidad, cuanto ocurre en ella nos afecta, y para que sea sana debería interesarnos y preocuparnos el bien común. Es decir, buscar y procurar lo mejor para todos.

El bien común significa dar prioridad a las personas por encima de cualesquiera otros intereses. Hoy en día estamos viviendo exactamente lo contrario: estamos viendo cómo se destruyen vidas humanas, ciudades y hasta países por intereses espurios. La especulación y esos mismos intereses son los que producen lo que llaman “crisis” y no es más que el producto de la mala gestión de los dirigentes, que desprecian el bien común para beneficiarse en lo que únicamente les interesa: el poder, el lucro, vivir por encima de las posibilidades que tendrían con su propio esfuerzo.
Más tarde o más pronto se encontrarán con que la gallina de los huevos de oro no existe, y más vale que sea cuanto antes, pues cuanto más tarde, más hundida estará la sociedad y costará mucho más levantar lo que quede. Claro, que también depende de los ciudadanos que tomemos consciencia de la situación y no consintamos ni colaboremos para que continúe. Exijamos y elijamos a los políticos que se comprometan a trabajar por el bien común. Que quienes accedan a cargos de responsabilidad pública sean honestos y transparentes en sus gestiones y en el uso que se da al erario público y que muestren las cuentas claras de su patrimonio al acceder al cargo y al dejarlo. Quien no esté dispuesto a comprometerse con ello estará demostrando que sus intereses son otros y, por tanto, no será digno de ocupar tal cargo.