Clase: perrita. Edad: 4 años y 1 mes. Raza: mestizo (‘cruce de bulldog francés y sharpei, y más suave que el terciopelo’)
¡Hola! Soy Magali, pero en mi barrio me llaman “Maga”, “Magui”, “Maguita”, y mi mamá me llama “bebé”, “gorda”, “ay, que me la como”. Esto último no lo entiendo mucho, porque para ser un nombre es muy largo, pero me gusta. Cuando lo oigo, o corro enérgicamente alrededor de ella o muevo la colita. Lo llamo “colita” porque creo que es lo que es, pero parece más una antena o la pata de cabra de una moto. Siempre me preguntan el porqué de esa rareza, pero es que creo que nací así, por lo menos mi mamá me lo ha dicho. Ella me conoció al mes de nacer, le cabía en la palma de su mano, era una arruguita andante, pero ya me he estirado. Dice que cuando me vio en ese día lluvioso de abril, sintió algo inexplicable, como un golpe en el corazón. Se había enamorado, ¡increíble! Ella, que huía de tener un perrito, ya no pudo dejar de quererme.
Os cuento que me encanta morder palos, el cartón en todas sus versiones, los rollos de papel higiénico sobre todo. Me encanta saludar a todo el mundo y no me resisto a probar las caricias de quien me encuentro. Me entusiasma que me acaricien el lomo, uy qué rico. Todos los que me conocen acaban diciendo que soy muy buena, pero cuando veo un edredón me vuelvo loca, y hasta que no lo desbarato no paro. Es que también tengo mi carácter y no me asusto fácilmente, je, je… solo con el palo de la escoba, el veterinario (y eso que son muy majas conmigo) y con los petardos.
Soy una fiera cuando protejo a los míos, pero solo para demostrar que ahí estoy yo para que no les pase nada. La mamá de mi mamá está mucho conmigo y, aunque no lo dice, creo que me quiere. Se le nota cuando habla de mí a sus amigas y a las vecinas, cree que no la oigo, je, je… La verdad es que me han cuidado muchas personas, todas han sido buenas conmigo y yo con ellas, y las quiero mucho a todas. Soy muy afortunada, por eso, por la felicidad que me dan cada día, os animo a que ayudéis a perritos tristes a sentirse queridos, que ellos os lo agradecerán con creces.
Antes de iros, ¿me acariciáis el lomo, porfi?
Magali Di