Sufijo

— ¿Cómo pasó usted el mes de eneuro?

— Leyendo el refraneuro.

— Yo me dediqué a cantar letras del cancioneuro.

— ¿Qué tal si nos tomamos un bacalao al ajoarrieuro?

— Preferiría un buen filete, comprado al carniceuro.

— ¿Un filete de carneuro?

— Lo que elija el cocineuro.

— Es que puede elegir cordeuro.

— No lo espeuro.

— Mire: por allá va el carteuro

— ¡Qué oficio tan callejeuro!

— Sí. Pero con él se desarrolla una salud de aceuro.

— ¡No sea usted majadeuro!

— Si me insulta, le aconsejo que se esconda detrás del burladeuro

— No. Si con usted quiero ser lisonjeuro.

— ¡Su razonamiento es muy arteuro!

— Es que yo no dejo nada en el aleuro.

— Doy fe. Es decir: lo aseveuro.

— Vale. Escríbalo con el lapiceuro.

— Y usted no tire la ceniza en el suelo, que para algo está el ceniceuro.

— Es que me he distraído con el mecheuro.

— Mire: está empezando a llover. Entremos en el merendeuro.

— Sí. Y preparemos el monedeuro.

— Porque ya no hay que pagar en pesetas, sino en euros.

— ¡Lo que sea, para que no nos pille el aguaceuro!


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