MARÍA DEVESA. Marzo 2017.
Si en algo están de acuerdo todos nuestros políticos, sea cual sea su bando, es en eso de la mesa. En cuanto se colocan delante de una cámara o un micrófono, ya están hablando de poner los asuntos, cualesquiera que éstos sean, sobre la mesa; se les llena la boca con lo de situarlo sobre la mesa; si no dicen lo de la mesa, es que revientan. Lo que no consta es la lógica respuesta a tan enérgicos requerimientos.
1
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¿Y si no hay mesa?
2
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¿Sirve cualquier mesa?
3
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¿En su mesa o en la mía?
4
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— La mesa, ¿ha de ser grande o pequeña?
5
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— La mesa, ¿alta o baja?
6
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— La mesa, ¿redonda o cuadrada?
7
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¿Y si no cabe en la mesa?
8
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¿Y si la mesa ya está llena?
9
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— La mesa, ¿desnuda o con mantel?
10
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— Sí, pero con cuidado, no vayan a rayar la mesa.
11
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¿No le da igual ponerlo sobre una silla?
12
— ¡Eso hay que ponerlo sobre la mesa!
— ¡María! ¡Ya ha oído a la señora!
