ÁFRICA MARTÍNEZ.
‘Mi mayor reto es ser mujer’
Este mes entrevistamos a María José Álvarez Pasquín, “María Pasquín”, médico de familia, escritora y madre de 4 hijos. Nacida en el Hospital Nuestra Señora del Rosario, pasó su primera infancia viviendo con sus abuelos en La Guindalera. Ahora, y desde hace 3 años, ha regresado al distrito del que tantos buenos recuerdos atesora. Fiel defensora de la sanidad pública, manifestó su apoyo a través de publicaciones de diversa índole, poniendo sobre el tablero el dilema acerca de la ética y la evolución de la atención a los más débiles. Esta doctora sensible y empática con sus pacientes debutó en el mundo literario con el Columpio hindú, del que Antonio de Benito dijo que estaba cargado de fuerza narrativa, originalidad y brotes poéticos que no pasan desapercibidos. Ahora nos presenta su nuevo libro 33 (diga) desnudos en bata, donde nos brinda la profundidad, la maldad, la sonrisa, la enfermedad y el alivio de pacientes y sanitarios, con una doble cara que impresionará al lector.¿Quién es María Pasquín?
Es mi heterónimo, la persona que soy cuando dejo atrás los problemas y vuela la imaginación, cuyo poder nos da alas. Es la soñadora que hay en mí.
¿Cuál ha sido tu trayectoria?
Es una trayectoria clásica en mi profesión, muy volcada a los estudios, nota para entrar en Medicina, acceso a la prueba del MIR, los años de la especialidad, las oposiciones… y en ese correr, entremezclada y asaltándote para no perder ni un instante de vida, la vida a dos, el nacimiento de los hijos, la enfermedad de los padres y el momento actual de mirada íntima, muy, muy rico, con nuevas proyecciones.
¿Y tu mayor reto?
Mi mayor reto no ha sido ni la escritura, ni la profesión, ni la maternidad: es el de ser MUJER en letras mayúsculas, compensar los diferentes carices de la persona e intentar que se desarrollen de la forma más amplia de forma que la imagen y el alma sean una sola con una proyección al exterior, al otro y a los otros. Y descubrir en la pareja la proyección de ti misma y viceversa.
¿Qué te motiva a escribir, a involucrarte en el dolor ajeno?
En realidad éstas son dos preguntas. A escribir te impulsa una necesidad interna de materializar pensamientos y sensaciones que lo haces tanto para tu mente como para querer transmitir ideas, pensamientos, belleza. Emular el placer que otros crean en ti cuando tus los lees. Otra cosa es conseguirlo.
Recrear el dolor ajeno en la escritura tiene muchas razones, y no hay ni primera ni segunda. Una es vaciarte, porque dada nuestra profesión es una situación que te pilla muy cercana, a veces demasiado, y más desde la perspectiva de un médico de familia, que estamos a pie de las trayectorias vitales de nuestros pacientes. La propia vida, como a todos, te hace pasar también por situaciones muy dolorosas en las que eres actor principal por el propio carisma que te imprime la profesión, y eso también sale. En mi caso, en el primer relato de 33 desnudos en bata.
Involucrarte en el dolor ajeno es la otra cuestión. Como vocación está ese sentido de curar, de lograr que desaparezca, imposible en la mayoría de las ocasiones. Nos queda aliviar, acompañar, rehabilitar… Como escritora, manifestar y denunciar situaciones que no deberían producirse, especialmente aquellas que tiene que ver con la inequidad y la desigualdad social.
¿Cuál es la característica común de tus publicaciones?
Me han dicho que soy amable incluso en la expresión del dolor y en la crítica social que conlleva la propia Medicina. Probablemente ese ir venir de las sensaciones y sentimientos, de la vida inmaterial, a lo terrenal de la ciencia y la practicidad que nos caracteriza a los sanitarios.
¿Cómo ves la sanidad pública en Madrid?
Sigue a debate y bajo cuestionamiento. Pese a que nos conceden ciertas peticiones, así como ha mejorado la cobertura de sanidad universal que se había perdido, no hay que olvidar que no dejan de privatizarse la gestión de varios hospitales y sectores de la atención sanitaria y que seguimos en periodo electoral. Y no es importante la sanidad de Madrid en particular, sino la del Estado globalmente. El objetivo es una sanidad de calidad sin desigualdad. Como escribí, “la inequidad no se elige, pero elegimos su perpetuación o colaborar en disminuirla”.
¿Proyectos?
Como médico, sigo involucrada en el mundo de las vacunas, con un proyecto muy ambicioso de información para profesionales y pacientes, Vacunas.org, que estamos remozando, y la unión con tras entidades de manera que podamos avanzar hacia la idea de “Vacunas Cervantes”. Además la colaboración con ONGs para el desarrollo de países en vías de desarrollo, con especial implicación para Haití, país con el que estoy especialmente sensibilizada por mi estancia allí. Como escritora, de lleno en un nuevo libro cuya naturaleza no voy a desvelar ahora y que nada tiene que ver con la Medicina.
¿Cómo es tu relación con Distrito Salamanca?
¡De disfrute! Especialmente me gusta la zona de La Guindalera, donde nací y pasé la primera infancia, y pasear pos sus callejuelas, cosa que hago todas las mañanas cuando me dirijo al trabajo. La otra cosa que me fascina es descubrir las pequeñas tiendezuelas que surgen nuevas o siempre han estado allí, como si fueran elementos vivos del barrio, que aparecen y desaparecen, brindando pan y cerveza artesanal, costuras de las de antes, o chamarilerías. Lo que más disfruto, mi refugio.