‘585 Nanometers’, de Tania Rivili

Podrá visitarse hasta el 31 de marzo en Espacio 75

El 1 de marzo acudí al estreno de la exposición de Tania Rivilis (Ucrania, 1986) en Espacio 75. Era un día lluvioso y frío, de aquellos en los que no apetece salir y te invitan a permanecer en casa… Evidentemente la mejor opción es estar dentro de un lugar cálido antes que en la calle, pero créanme que quizás en un día tan difícil la mejor opción era acudir a esta inauguración. Siempre que inauguran una exposición en Espacio 75, uno prefiere saciar el hambre de arte y acudir a ese punto de encuentro que significa para nuestro barrio.

El acierto comenzó a ser mayúsculo porque caminando desde mi casa y al doblar la esquina de México con Pilar de Zaragoza ya escuchaba a lo lejos música. Evidentemente (¡cómo pude dudarlo!) provenía de la galería; por decisión de la artista la apertura de inauguración contaba con la amenización del evento con unos DJ’s que adornaron el mismo.

Me encontré con el arte de Tania, y aunque ya había leído la entrevista que le hizo Johely Barrios Díaz en La Sociocultural (26/02/2025) y había visto su entrevista por Stephen Bauman y Michael Klein (en Idiosyncratic Nightmare Podcast, 15/02/2025, en YouTube), yo quería conocer (experimentar) qué quería decirnos.

En la pintura siempre he buscado esa frescura al ver esos cuadros por primera vez, ese encuentro irrepetible. Y creo que la pintura al óleo da la oportunidad de hacer tangible lo representado, algo real y cercano. Esos retratos parecen iluminar lo que se encuentra debajo de la superficie: “Un retrato es algo extraordinario: lleva consigo una historia, una atmósfera, un momento suspendido entre el pasado y el futuro. Contiene el aire, los aromas, las sensaciones y las emociones de un instante fugaz.” (Tania Rivilis, en su entrevista en La Sociocultural).

Desearía resaltar el color en sus cuadros: rebosan color, creando tensiones ópticas en esa interrelación de colores, algo así como música y danza implícitas. Por ejemplo, lo percibo en Apricity in New York (2023). También Kyoto Twilight (curiosa esa idea de retratos dobles) o Manifestation of Being. Esa quietud dentro del movimiento es muy interesante.

Hay algún cuadro que me hace pensar, creo el que se llama el Desconocido, en Cabanel y El ángel caído (1847), pero de otra manera. Esas miradas que parecen dirigirse a ti reflejan otros sentimientos, esos ojos abiertos me resultan fascinantes.

Existe implícito un diálogo entre estos personajes enmarcados contigo, como espectador; una comunicación sin palabras, pero plena de significado. No sé si en algunos momentos soy yo el observador o me observan. Eso ocurre con Kupka´s Dog (que ganó el premio Wiliam Lock 2022 de la Royal Society of Portrait Painters en Londres).


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