La osteoporosis, enfermedad esquelética caracterizada por una resistencia ósea disminuida que predispone al aumento del riesgo de fractura, afecta principalmente a las mujeres después de la menopausia, aunque también puede presentarse con anterioridad o hacerlo en hombres e, incluso, en niños. En nuestro país la padecen unos dos millones de mujeres y está en el origen de más de 25.000 fracturas anuales. La prevalencia aumenta con la edad y se estima que una de cada cuatro mujeres posmenopáusicas (a partir de los 50 años, aproximadamente) tiene osteoporosis, porcentaje que aumenta hasta el 40% en aquellas de edades entre los 70 y 79 años. En el caso de los varones de esta edad es del 11,3%.
Al hablar del perfil de paciente más proclive a padecer esta dolencia, la mujer la tiene más frecuentemente por varias causas: su pico de masa ósea suele ser inferior al del hombre y con la menopausia, además, se acelera la pérdida de hueso (osteoporosis posmenopáusica). Además están el alcoholismo, algunos fármacos (glucocorticoides, tratamiento hormonal para los cánceres de mama y de próstata), el bajo peso y diversas enfermedades endocrinas, hepáticas, renales e inflamatorias reumáticas, entre otras.
Debido a su estrecha relación con el progresivo envejecimiento de la población las personas con diagnóstico de osteoporosis irán aumentado, del mismo modo que el impacto de las fracturas osteoporóticas en la salud, en términos de morbimortalidad y disminución de la calidad de vida, es elevado.
Síntomas y diagnóstico
Es importante destacar que la osteoporosis no suele dar ningún síntoma hasta que no se producen las fracturas. Las localizaciones más frecuentes de estas por fragilidad (espontáneas, sin golpe previo directo) son la columna vertebral, la cadera, el antebrazo distal (muñeca) y el húmero proximal. Además de dolor, las fracturas pueden ocasionar otros síntomas o secuelas, como disminución de la estatura o deformidad de la columna, en el caso de las fracturas vertebrales.
Recomendaciones
Dentro de las recomendaciones generales que pueden ayudar a mejorar la calidad de hueso, es aconsejable mantener hábitos de vida saludable: una dieta equilibrada, con adecuada ingesta de calcio y proteínas, no fumar, evitar el consumo excesivo de alcohol, huir del sedentarismo y realizar ejercicio moderado y específico para cada individuo en función de la edad, el estado físico y la presencia de otras enfermedades.
Dra. Dálifer Freites Núñez
Reumatóloga
del Hospital Nuestra Señora del Rosario