Hiperhidrosis: sudor excesivo
El sudor regula la temperatura corporal y elimina toxinas. Adán y sus descendientes ganamos el pan con el sudor de nuestra frente. Sin embargo, hay pacientes que sufren de hiperhidrosis y producen sudor en exceso, afectando a axilas, cara, pies, periné y palmas de las manos, donde hay más glándulas sudoríparas. A veces se acompaña de bromhidrosis, mal olor debido la descomposición de desechos celulares y del sudor por bacterias y levaduras.
Es padecida por el 0,6-1% de la población. El 40% de los pacientes tienen antecedentes familiares de la enfermedad y es más frecuente en jóvenes. Un exceso de actividad del sistema nervioso simpático autónomo, que regula la producción de sudor, aumenta la respuesta periférica sudomotora. Los neurotransmisores sobrestimulan los receptores de acetilcolina en las glándulas sudoríparas. Normalmente la hiperhidrosis es de causa desconocida, pero en ocasiones es secundaria a hipertiroidismo, ansiedad, menopausia, hipoglucemia, dermatosis diversas, trastornos del sistema nervioso central, fiebre de Malta...
Repercute en la vida social y laboral del paciente que está ansioso, preocupado por el clima, porque no se note el sudor en la ropa o por no tener que dar la mano mojada. A veces, dificulta el trabajo, sobretodo cuando se manejan objetos delicados, papeles, componentes electrónicos o de peluquería, etc.
Esta alteración orgánica puede conllevar consecuencias psicológicas. Se puede contrarrestar mediante la higiene diaria con jabones antisépticos (con clorhexidina), utilizando ropa de tejidos naturales, no sintéticos (algodón, hilo, lana, seda) que permitan la transpiración y cambiando con frecuencia de zapatos y calcetines. Es útil el afeitado del vello axilar y usar talco o ácido bórico, así como evitar el café, las especies picantes y el estrés.
Es mejor usar antitranspirantes -en roll-on (axilas) y en loción (palmas de manos y plantas de pies)- que desodorantes. Los primeros combaten el olor y la humedad, son duraderos y contienen sales de aluminio que disminuyen el sudor e inhiben el desarrollo de bacterias. Los segundos pueden tener antimicrobianos y controlar el olor, pero no actúan sobre la humedad y su acción no dura tanto.
Como tratamiento se emplean solución alcohólica de cloruro de aluminio hexahidratado al 20% (axilar), glutaraldehido al 10% (plantar), o fármacos anticolinérgicos. Es útil la inyección de toxina botulínica que bloquea los nervios que inducen la producción de sudor. También la iontoforesis (aplicación de corriente eléctrica de bajo nivel en la superficie de la piel), o la simpatectomía torácica mediante vídeo-toracoscopia con colocación de clips de titanio (técnica ETS-C), lo que hace reversible la intervención si se produce excesiva sudoración compensatoria en espalda, muslos y abdomen.
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