¿Quién no se retiriría así?
Ana de Góngora
Creo que cualquiera aceptaría inmediatamente si la perspectiva fuera un sueldo de ocho mil y pico euros, coche oficial, secretaria y despacho y... ¡a perpetuidad! Esto, con la obligación, eso sí, de asistir a las sesiones del Consejo unas cuantas horas a la semana o al mes. Ya ha habido quien ha calculado que vienen a salir a casi 1.500€ la hora. Vamos, algo similar a lo que pagan en esos fantásticos contratos que se están haciendo actualmente y a lo que perciben quienes están en el paro o lo que reciben los que necesitan ayuda social, los jubilados, etc.; vaya, lo mismo de lo suele disponer cualquier ciudadano de a pie pagando sus impuestos.
Diría que es una ironía si pretendiera expresarme elegantemente, pero la verdad es que lo siento como una monumental tomadura de pelo. ¡Que la persona que arruinó e hipotecó a la ciudad de Madrid venga a sumarse ahora al vampirismo de la comunidad entera! Ese Consejo que se inventó Esperanza Aguirre para asegurarse el futuro, y al que dentro de poco, probablemente, se unirá Ana Botella, ¿por qué no? Habría quien diría “por dignidad”, y podrían responderle: “¿qué antigualla es esa? Eso hace más de un siglo que no se estila...”.
La verdad es que me sorprendió que un ministro dimitiera en este país, claro que después de haberlo hecho el Papa y el Rey, que lo hiciera el señor Gallardón no debería resultar tan extraño... Lo que no cabía imaginar es que tuviera un as en la manga. Así, cualquiera... No, señor, lo que ha hecho es que en lugar de dar la cara en la palestra, se va, de tapadillo, a vivir de ella; y. muy bien, por cierto.
Y, como hacen sus correligionarios en las eléctricas, en Telefónica (ahora Movistar) o en la banca, a departir y compartir codo con codo con los que parecían sus acervos contrincantes, los socialistas. Los espectáculos que montaban de cara a la galería defendiendo unas aparentes ideologías...
Ahora, puede que el señor Gallardón se vaya de bracero con su ahora colega señor Leguina, también miembro de ese fabuloso consejo, para participar en los debates sainetescos, por no decir esperpénticos, que se prodigan en los diversos canales de TV, de los que también se llevan su pellizquito de euros, por cierto... Claro que, mientras siga habiendo audiencia, el espectáculo continuará, y cada cual, supongo, seguirá representando su papel y embolsándose más euritos, aunque para sus señorías serán “peccata minuta”.
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