Foto: Josep Valtonyc, Instagram
ANA DE GÓNGORA. Marzo 2018.
Al menos en nuestro país parece ser así... Una mayoría de la judicatura está inmersa en desenmarañar los múltiples casos de corrupción descubiertos hasta ahora; el resto de juristas parece que están dispuestos a aceptar cualquier querella venga de quien venga y por las alegaciones más peregrinas. Así nos encontramos con que un cantante, nos guste o no lo que canta, sea juzgado y condenado a penas semejantes a las de un violador, un maltratador machista o cualquier otro criminal violento. Así vemos como a la Justicia le preocupa más quien o quienes se puedan sentir ofendidos que quienes son agredidos violentamente e incluso llegan a perder la vida.
Al mismo tiempo vemos que quienes no tienen el más mínimo sentido ético siguen recurriendo a manipular las emociones e instintos elementales de quienes son más propicios a ello; cualquier cosa con tal de distraer la atención de los temas más candentes y menos favorables para esas personas. Para ellas no hay límites, pueden utilizar a las víctimas y sus familias, las filias y las fobias, según convengan, sirviéndose de lo que siempre se ha usado para enaltecer a las masas: banderas, consignas e himnos, y en esto último y sin el menor sentido del ridículo es donde creo que se han pasado tres pueblos.
En primer lugar, el himno de España es una marcha militar, sin letra, y creo que así debe seguir sin convertirlo en esa especie de balada o bolero cursi que ha hecho esa cantante patriota de pacotilla. Patriotas de verdad son los que tienen el corazón y la cartera en el mismo lugar, también aquellos que han tenido y tienen que emigrar por razones de supervivencia. Pero no pueden dar lecciones de amor patrio quienes se han autoexiliado por intereses crematísticos y solo aparecen por su país cuando van a cobrar por ello. En el caso de esta cantante, ya demostró su patriotismo hace tiempo, en 1991, cuando cobró por su desnudo en Interviú 20 millones en un cheque, con retención de IRPF, y 15 millones que quiso en metálico en una bolsa del Corte Inglés [según declaraciones del subdirector de la desaparecida revista, Miguel Ángel Gordillo, en una entrevista en RAC1]. Todo esto puede encontrarse en la hemeroteca y por internet.
Otra de las cuestiones que hacen pensar en el sinsentido de algunas actuaciones. Quienes desde la oposición al Gobierno tratan de trasmitir sus puntos de vista, deben priorizar qué es lo principal de lo que quieren comunicar y qué mensaje es prioritario en la información. Está bien promover la visibilidad de la mujer, pero no es necesario pasarse; por ejemplo, en una reciente aparición para informar sobre una reunión entre Podemos y Ciudadanos, era innecesario querer feminizar el sustantivo “portavoz”, el género se define por el artículo que le precede: el o la, un o una. Sería más fácil si se usaran los sustantivos clásicos: pregonero o pregonera. Inclusive los más arcaicos: vocero o vocera. Sin embargo, para quienes tienen más interés en desinformar o deformar la información, con lo de “portavoza” les sirvieron en bandeja su objetivo.