Soluciones reales
EDITORIAL, 11 de marzo de 2022
La pandemia fue una oportunidad para comenzar a ubicar al ser humano como valor central priorizando la salud de los pueblos. Esta opción quedó descartada casi de inicio, ya que avanzaron aún más los intereses del lucro y de las minorías poderosas, por ejemplo con la no liberación de las patentes para las vacunas.
El conflicto bélico en Ucrania es una nueva oportunidad para la paz y colocar a la vida en el centro de las valoraciones. Pero una vez más el impedimento está en los intereses del lucro financiero. El verdadero responsable de motorizar los conflictos es un poder sin patria ni fronteras: el del sistema privado financiero internacional.
Este sector fraudulento de la economía disciplina a los Estados y a los organismos multilaterales, manipula mayoritariamente las materias primas, la ciencia, la tecnología, los medios de producción, los grandes medios de comunicación y las principales industrias. ¿Volverá una vez más la banca privada financiera internacional a ganar, esta vez en el escenario de la guerra? ¿La consecuencia será pueblos más pobres y más enfrentados entre sí, Estados más endeudados y grandes conjuntos humanos hundidos en el terror, el horror y la desesperanza?
La solución inmediata pasa por el alto el fuego bilateral. El Gobierno ruso debe detener su invasión y abandonar el territorio ucraniano. Simultáneamente, el Gobierno de Ucrania debe frenar el asedio y las pretensiones de limpieza étnica que impulsa desde hace años en las repúblicas del Donbás. La organización política en Ucrania debe retomar su tradición plural, abandonando las leyes y practicas ultraderechistas, verdadero combustible para el odio nacionalista étnico. La OTAN debe detener su permanente afán de expansión militar cuya práctica acorrala a Rusia y a China, y el envío de armamento a Ucrania tiene que cesar. Y EE UU debe frenar sobre Europa su intervencionismo de amplio espectro.
En el corto plazo, debería iniciarse un proceso a nivel mundial de retirada inmediata de todas las tropas invasoras que ocupan territorios fuera de sus fronteras, comenzar el desarme progresivo, proporcional y total del armamento nuclear y un proceso similar con el armamento convencional, así como inaugurarse un proceso de renuncia definitiva de los Gobiernos a utilizar el belicismo como medio para resolver conflictos. Todos estos recursos deben reorientarse a terminar con la permanente violación a los derechos humanos sociales, que se expresa en el hambre, la miseria y la pobreza.
En el medio plazo, la disolución de la OTAN, AUKUS, OTSC y todo pacto militar generador de bandos. Reconfigurar la arquitectura de la ONU empezando por su Consejo de Seguridad, que no puede tener potencias con poder de veto, ni estar en manos de quienes han cometido genocidio con armas nucleares o han amenazado en diferentes momentos con utilizar este tipo de armamento. La mayor garantía para la seguridad internacional es el desarme total nuclear.
Urge que en todas partes crezca la no violencia activa contra la guerra para que cese el conflicto. Ganemos las calles y todo espacio de comunicación, condenando a las cúpulas belicistas, clamando por la unión entre los pueblos y el fin en todas partes del belicismo.