FACUA Madrid recuerda que debe aparecer, entre otros, la denominación de venta, el fabricante, la lista de ingredientes y la fecha de caducidad o de duración mínima.
FACUA MADRID.FACUA Madrid recuerda que los productos alimenticios deben presentar un etiquetado correcto, como medio de control y seguridad de los propios alimentos. Esta etiqueta debe ser legible y no resultar confusa especialmente sobre las características del producto alimenticio.
Asimismo, la normativa prohíbe que la etiqueta atribuya al producto efectos o propiedades que no posea, sugiera que el producto alimenticio posee características particulares cuando todos los productos similares tengan estas mismas características o atribuya al producto propiedades preventivas, terapéuticas o curativas de una enfermedad humana que no posea.
La federación de asociaciones de consumidores señala que, en lo relativo a los productos que hayan sido previamente deshelados, éstos deben incluir en su denominación “descongelado”, excepto en los casos en los que sean alimentos para los que la congelación es un paso tecnológicamente necesario o no tiene un impacto negativo sobre la seguridad o la calidad de los alimentos.
Por otro lado, la normativa establece que la información alimentaria obligatoria debe facilitarse, forzosamente, en una lengua que comprendan fácilmente los consumidores de la zona donde se comercializa el alimento.
En cuanto al origen, desde el 1 de abril de 2015 y en virtud del Reglamento de Ejecución de la Unión Europea, dicho dato ha de mostrarse en la carne fresca de cerdo, ovino, caprino y aves de corral.
Asimismo, tanto la fecha de duración mínima como la de caducidad deben aparecer indicadas siempre en la etiqueta del producto, independientemente del tamaño del envase de éste.
La federación recuerda que la fecha de duración mínima es aquella hasta la que el alimento conserva sus propiedades específicas cuando se almacena correctamente, mientras que la fecha de caducidad es aquella a partir de la cual el producto no se considera seguro para la salud humana. El primero de estos datos se utiliza para alimentos muy perecederos, como la carne picada o el pescado fresco.
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